martes, 6 de mayo de 2014

Agresividad

Vivir con animales de compañía es muy ilustrativo y normalmente nos puede ayudar a darnos cuenta, si somos receptivos, de las conductas primarias, las que nosotros también tenemos por el simple hecho de ser animales humanos.

Por ejemplo, los gatos son muy transparentes. Ellos no agreden porque odien al otro, agreden simplemente porque tienen miedo. Siempre.

Yang
Tengo un gato (Griffin) al que atacan otros gatos cuando sale a pasear. Le han arrancado uñas, le quitan la comida, lo muerden... En fin, tiene vida de gato. Hace poco, adoptamos a unos gatitos cachorro, de los cuales sólo se quedó uno, al que decidimos llamar Yang. Yang tenía entonces como 5 semanas y era muchísimo mas pequeño que Griffin. Sin embargo, Griffin no dejaba que se le acercara ni tantito. Le maullaba, le gruñía o le soltaba el arañazo si Yang lo miraba o caminaba hacia él. Lo mismo pasaba con Yang, pero hacia nosotros. La primera vez que los agarramos a él y sus hermanos, corrieron como si los estuviéramos persiguiendo con un hacha. Cuando se vieron arrinconados, nos rugieron e incluso escupieron para evitarlo (por cierto, es divertido ver escupir a un gato, ja, ja, ja). Y así cada vez, hasta que se convenció de que no le íbamos a hacer daño (y ahora no me lo quito de encima).


Al ver esto, me fijé en los demás animales. Mi perro ataca bicicletas y carros porque les tiene pavor. Una gata preñada es especialmente agresiva por el miedo que tiene de que la vayan a atacar a ella o a su descendencia. No obstante, me he dado cuenta que los animales sólo son agresivos cuando creen que se pueden defender (vamos, que tienen alguna oportunidad y no que están paralizados por el miedo).

Los tres hermanitos. Yang es el de arriba
De ahí me pasé a otros animales: mis adorados y odiados humanos. Y no fue muy sorprendente darme cuenta que hacen lo mismo, aunque en diferentes proporciones, e incluso mediante actitudes veladas. Por ejemplo, yo me peleo con mi concubino y lo ataco cuando tengo miedo de que me esté dejando fuera de su vida (Perdón... Intentaré ya no hacerlo). Veo a amigos que tienen miedo de ser inferiores, de no triunfar, que atacan criticando y diciendo chismes... Las novias de otros amigos que se enojan cuando no pueden pasar tiempo con ellas (o prefieren pasar tiempo en una fiesta o actividad en la que ella no participe) porque temen que su pareja no quiera estar con ellas.

En fin, podría escribir muchas líneas más de ejemplos, pero ya se me cansaron los brazos.

Sólo me queda una reflexión: la próxima vez que sienta que arqueo mi espalda, tenso mis músculos, afilo mis garras y enseño los colmillos, intentaré pararme en seco y preguntarme: ¿a qué le tengo miedo? ¿es justificada mi reacción agresiva?

En caso de que sea justificada, creo que alguien va salir con varias mordidas, arañazos y golpes.
Pero no espero encontrarme fácilmente una de esas situaciones.


No hay comentarios:

Publicar un comentario