martes, 25 de marzo de 2014

Pijama

"Y por favor, quítate el pantalón para dormir, para poder entrar y violarte a gusto".

lunes, 24 de marzo de 2014

Derivada de Mimo respecto al tiempo.

"Las mujeres nos inspiran a realizar grandes obras, pero son ellas mismas las que nos impiden hacerlas" - Oscar Wilde

Leo lo que escribí hace años  y me pregunto si he cambiado.  Supongo que sí, pues las sensaciones y sentimientos que en ese entonces llenaban mis frases ahora se me antojan pueriles, a pesar de que recuerde muy bien lo que sentía (lo cual es toda una hazaña, mi cuerpo no me deja tener muy buena memoria, y mucho menos conmigo desvelándolo por escribir). 

Soy más... ¿aburrida?   Espero que no. Más seria, definitivamente. Me ocupo en otras cosas y tengo nuevas prioridades. El amor es algo completamente distinto ahora, no ligeras obsesiones marcadas con un deseo extremo de conectarse con alguien. Soy fiel sin siquiera proponérmelo. Quizá él me está ayudando, con su silencio y su pragmatismo. Quizá el hecho de que se aferre con tanta insistencia a la realidad y la practicidad me ayuda a no levitar tanto mientras sueño. O también puede ser que mi forma de pensar haya cambiado como resultado de haberme expuesto a tanto sufrimiento y enfermedades serias. Dicen que ese tipo de experiencias moldean a las personas. Otra posibilidad es que como ya he empezado a sanar, mi cuerpo y mi mente están mejor que hace algunos años. O también que estoy envejeciendo. Quiero con todas mis fuerzas cumplir mi rol de mujer en esta sociedad. 

He tenido varios blogs, todos con diferentes títulos, pero son comunes los que comienzan con "el país" o tienen alguna frase similar. Posiblemente sea porque son los espacios en los que dejo libre a mi gigantesco ego para que se pasee y esté a gusto, su propio país. De repente alguien lee lo que escribo, de repente nadie. A veces comparto los links, a veces no. Muchas veces lo que escribo ni siquiera tiene estructura... y está escrito totalmente en primera persona. No pretendo ser escritora, sólo me gusta escribir. Que lo hago del asco... es probable, depende del punto de vista. 

No dejan de sorprenderme esos cambios. 
¡Con una chingada, soy fiel!   (Sonidos de ahogo, ojos en blanco, caras de sorpresa...)

Tampoco puedo dejar de enfatizar en eso... me enorgullece, me sorprende, me gusta, me llena, me convence. Claro, soy una hija de su...    Exigente, mandona, desesperada (y desesperante), voluble, inconstante (y muchas otras cosas más... si las empiezo a enumerar me voy a deprimir), pero por fin he cambiado algo que pensé que nunca iba a cambiar. Y fue como dejar el cigarro. Así nada más. Debería de dejarle una notita en el refrigerador todos los días agradeciéndole... pero eso creo que es demasiado cursi para mí. Aunque he cambiado tanto, que realmente estoy considerando hacerlo.

Definitivamente he cambiado. Y como todo sale bien al final, sé que es para bien. 
Gracias.

domingo, 23 de marzo de 2014

Miedo

Por ahí dicen que cuando quieras hacer algo bien, la mejor forma de hacerlo es practicando. Y quesque echando a perder se aprende.

Pero, hay que aceptarlo. No es nada agradable echar a perder cosas (menos cuando es la comida que te tardaste tanto tiempo en hacer y que olvidaste guardar en el refrigerador), por lo que muchas veces (y me incluyo aquí), nos paramos en seco al momento de tomar una decisión o hacer algo por el miedo a regarla. 

Para todos esos que nos acosa ese miedo, lo aceptemos o no, tengo una pequeña reflexión (que espero leer seguido para que no se me olvide):

Claro que la vas a regar. Claro que te vas a equivocar. Es lo normal. (¡Bah! ¿esperabas algo distinto?) Por eso de nada sirve no hacer algo por el miedo a errar. Ese miedo siempre está ahí.

Pero, ¿sabes qué es lo mejor de todo?

Que no importa lo que hagas, y todas las precauciones que tomes, te vas a equivocar. Aunque creas que ya lo manejas perfectamente. Es humano. Es necesario.

Yo solía ser una persona muy perfeccionista (creo que aún lo soy un poco). Me daba terror mostrarle mi trabajo a las personas, esperando las peores críticas posibles. Y ese miedo me paralizaba. Me impidió buscar trabajo, por temor a que a nadie le fuera a gustar mi currículum. Me impidió escribir un artículo, por miedo a que no lo fueran a aceptar en la revista. Me impidió decirle a las personas que quería que ya no me sentía a gusto con ellas. Me impedía decir que no. Me petrificaba el miedo de hacer algo mal, o decir la verdad, no fuera a dejar de ser digna de aprecio. 

Pero me di cuenta que no valía la pena porque, a fin de cuentas, todo sale bien al final aunque no precisamente de la manera en que lo hubiera deseado en un principio. Quizá eso es lo más difícil de aceptar, que no puedes controlar lo que pase. Hay que dejar ir esas ansias de control. 

A disfrutar la vida como mi gatito
No dejes de hacer algo por miedo, porque después viene el arrepentimiento. Aunque aún esté presente ese miedo, ya no lo reconozcas como parte de ti mismo. Es algo fuera de ti, que no forma parte de tu esencia. Y reconoce su inutilidad. 

Ahora que ya lo puedo ver, que conozco las diferentes caras con que se presenta, puedo hacer algo por no dejarme controlar por él. Creo que tú también. 

Y tomo más riesgos. El miedo ya no controla mi vida.

Por ejemplo, mañana me voy a ir a vivir con mi pareja. No puedo decir que sería algo que voy a tomar a la ligera (definitivamente ahí no me gustaría aplicar el dicho de "echando a perder se aprende") pero tampoco voy a quedarme pensando en todos los pros y los contras infinitamente. Y que se entere quien se tenga que enterar, a fin de cuentas todo sale bien al final, ¿no? (bueno, eso espero...)



jueves, 6 de marzo de 2014

Confesiones

Sí. Lo acepto.

A veces me da un poco de vergüenza no bañarme todos los días.

Pero no dejo que tales pensamientos impuros me amedrenten, ni dominen mis impulsos.
Digo, todavía a veces siento el insano impulso de utilizar jabón y, no se diga, el shampoo...

O el desodorante y la pasta de dientes. Gulp.

Mas inmediatamente recapacito y vuelvo al redil. Recuerdo el pacto que hice con mi propio cuerpo, de cuidarlo, amarlo y respetarlo todos los días de mi vida, hasta que la muerte nos separe. En las buenas y en las veces que comí ajo. O cuando tengo que acomodarme mi rebelde cabello en una trenza francesa.

Es entonces cuando pienso (como diría mi sabia madre, qué presumida):
Vale la pena, dejar de seguir a las multitudes en lo que "creen" que es lo correcto. Que la gente hable y diga. Nada de lo que puedan decir (u oler) es mas fuerte que mi determinación de procurar la mejor salud posible para mi cuerpo.

domingo, 2 de marzo de 2014

Tiempo

Hoy soy feliz, porque no existe ningún otro momento. Porque incluso el pensar en lo que voy a escribir forma parte de mi pasado. Y puedo ser feliz, aunque sea una pequeña fracción de segundo, porque ese es mi único presente.
Es entonces, cuando mi mente hace su magia. Puedo ver hacia atrás, hacia mi pasado que aún recuerdo, y recuerdo haber sido feliz en esas pequeñas colecciones de segundo. Y veo hacia adelante, hacia lo que aún no he vivido, y también me veo feliz. Porque sé que puedo ser feliz en ese ínfimo periodo de tiempo.

Soy feliz.