jueves, 4 de julio de 2013

Deja la vida volar...

Se siente muy bien cuando las semillas que plantaste hace casi dos años comienzan a dar fruto. Estoy viendo los frutos, buenos y malos, de mis acciones pasadas. Y lo único que estoy segura que debo hacer es aceptarlos como lo que son: resultados de mis propias acciones. Cada uno de esos frutos tienen el mismo valor, aunque vengan del árbol de la música, de la ciencia, de la salud o del amor.

Tomar las riendas de lo que es necesario para que encuentre mi equilibrio. Pero (y este es un gigantesco "pero"), sin forzar nada. Dejar, simplemente, que la vida fluya. A fin de cuentas, lo que pasa ahora es resultado de lo anterior, así como lo que haces hoy determinará el mañana.

A veces son frutos buenos, deliciosos, jugosos. De esos que son un placer casi orgásmico probarlos. Y otras veces, están amargos o pudriéndose. Incluso son desagradables a la vista. Sin embargo, no se pueden rechazar. Supongo que lo mejor que queda por hacer es combinar suficientes de los frutos buenos para mitigar el trago amargo de los frutos fallidos.

Y ocuparse de las acciones de hoy, aunque sin enclavarse en el mañana.

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