sábado, 12 de febrero de 2011

Palabras sin destino

Dicen que solamente valoras lo que tienes hasta que lo ves perdido. Yo me pregunto, ¿será cierta esa frase?
Quizá siempre lo valoras, pero no es lo mismo tener algo todos los días, algo que tú das por seguro, a un día despertar en la mañana y darte cuenta de que eso que tenías no está más contigo. El dolor de esa pérdida, es el dolor de tener que reacomodar los cimientos de tu vida. Porque si es algo que valoras hasta que pierdes, es que realmente no te dabas cuenta de la parte que ocupaba en ti.

No creo poder sobrevivir sin ti, eres más parte de mi que mi páncreas

Esa frase se me hace muy cierta, tristemente, en este caso. No te das cuenta de que tienes un páncreas hasta que se enferma o hasta que deja de funcionar, en dado caso. Y todos sabemos que las enfermedades causadas por deficiencias o problemas en el páncreas son horribles. Para ejemplo, basta un botón: la diabetes. Como puede ser posible que algo que nos hace sobrevivir, nos ayuda en toda nuestra vida diaria, ni siquiera haga ruidos como el estómago para avisarte de que está mal o de que necesita cierta sustancia. Simplemente lo dejas ahí, esperando que siga cumpliendo la función de siempre, confiando en que nunca tendrás que pasar el calvario de que se te enferme.

Y no, la realidad no es así.
Por estupidez, decidia, lo que quieran... en algún momento olvidaste tomar en cuenta a tu páncreas. Y no fue cuestión de un día, poco a poco se fue debilitando. No es cuestión de que a la noche siguiente tu páncreas ya no funciona... es el resultado de años y años de descuido y de maltrato. Y ahora sí, una mañana... tu páncreas se rinde y te dice: "Hasta aquí llegué".

Y solamente te toca sufrir. Hay casos en que la enfermedad es curable o quizá tratable... se puede mantener controlada. Pero en otros, es incurable y solamente te queda morir poco a poco, lentamente. Podrías quizá esperar el momento en que estés listo para un trasplante... si es que encuentras donador y eres candidato, lo cual nunca es seguro.

Quizá eres más que mi páncreas, quizá eres mi hígado, quizá eres uno de mis pulmones... Pero eso no importa en estos momentos. Te extraño igual y me duele peor. Quizá llegue un trasplante para ti o para mí, pero en estos momentos mi sistema está tan débil que ni siquiera tiene fuerzas para una cirugía y tiene que estar recibiendo transfusiones diariamente.

Lo siento páncreas, lo siento mucho.


Y dicen por ahí que el cáncer de páncreas es el peor de todos...






Realmente no son palabras sin destino. Tienen un destino, pero por cuestiones crueles y estúpidas de la naturaleza humana, no puedo decirlas, sólo escribirlas.

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